Juan Javier Gómez Cazarín
– En otros años, hoy estaríamos haciendo bromas del 28 de diciembre. Por ejemplo, tendría yo que desmentir las versiones de que pienso solicitar licencia indefinida a mi encargo popular para incorporarme como entrenador de las gloriosas Águilas del América en lugar del despedido Piojo Herrera. No importa que allá paguen más, diría yo en un año normal.
Pero este año no es normal y las cosas pintan un poco más serias para las y los habitantes de este tiempo, a quienes nos tocó vivir el capítulo de la historia mundial –todavía en proceso de escritura- llamado Covid-19.
Sin ir más lejos: México se despertó este lunes con la triste noticia de la muerte del genial Armando Manzanero. Y a la tristeza siguió el impacto por las declaraciones de su hijo Juan Pablo Manzanero que se lamentó porque una fiesta de cumpleaños de su papá, con amplia concurrencia, sin sana distancia y sin cubrebocas, apenas el 7 de diciembre, fue el detonador de una serie de contagios en su familia, incluido el propio festejado. La muerte del yucateco universal es un recordatorio funesto de que tenemos que seguir cuidándonos y de que la temeridad cuesta vidas.
Este año, como Juan Pablo Manzanero, muchas y muchos hemos perdido a alguien querido por el Covid-19. Muchas y muchos más, ya nos contagiamos y, con el favor de Dios, nos recuperamos sin mayores consecuencias.
¿Tenemos razones para ser optimistas? Estoy convencido de que sí. Creo, sin lugar a dudas, que tenemos muchas razones para estar agradecidos, ser optimistas y esperar un mejor 2021. Así como hace un año no imaginábamos que íbamos a vivir esta pandemia, también es cierto que hace apenas dos o tres meses no sabíamos con certeza si a estas alturas íbamos a tener vacunas. Y resulta que las vacunas ya empezaron a llegar.
Distribuir más de 80 millones de dosis será titánico y nos llevará prácticamente todo el año próximo, pero sin duda la aplicación de las primeras dosis a personal de salud, la semana pasada, es un poderoso mensaje esperanzador de que México superará la prueba.
Esta es mi última columna del 2020. El próximo lunes, cuando –primero Dios- nos leamos otra vez, será el primer día hábil de un 2021 que se anticipa intenso en muchos sentidos. Pero de eso hablaremos la próxima semana.
Por lo pronto, a todas y todos en casa: mi abrazo virtual con mis mejores deseos de salud y bienestar para el año nuevo.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.