Margarito Escudero Luis
 
-El tema de robo de combustible, atacado decididamente por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se convirtió de pronto en motivo de análisis por parte de quienes integran el sector de la comentocracia en México, quienes se dedican a buscarle los defectos y errores a la acción gubernamental.
 
Esta decisión de acabar con el robo de combustible destapó varias cloacas, todas relacionadas entre sí y donde personajes que contaban con la simpatía ciudadana, están involucrados y pueden ser considerados como cómplices del monumental robo a la Nación.
 
No fue necesario apretar mucho, se atacó a lo de encima y de inmediato brincaron aquellos que vieron afectados sus intereses.
 
En seguida pusieron en marcha una campaña de desprestigio, para sembrar la duda en la sociedad, para que el ciudadano se pusiera de su lado y reprobara la decisión del gobierno de acabar con ese mega atraco.
 
Quedó descubierto también, que la banda integrada por “honorables” personas, es enorme, una pandilla gigantesca que cubrieron todos los frentes para dar la apariencia de que el robo colosal a Pemex era cometido por la llamada delincuencia organizada, concepto en el que ellos caben perfectamente.
 
Sin embargo, la popularidad de López Obrador y su arraigo entre la ciudadanía es tan fuerte, que esas críticas y falaces señalamientos, se revirtieron, quienes acusaban pasaron a ser acusados, señalados bajo la sospecha de estar embarrados de huachicol.
 
Quienes protestaron airadamente por la escasez de combustible, mostraron su egoísmo y falta de solidaridad ante un problema nacional que afectaba a todos los mexicanos, ya que se encarecía el producto hacia dentro del país y nunca protestaron por ello.
 
Es más, en redes sociales se les restregó su nula protesta por la escasez de medicamentos en los hospitales públicos, por los grandes negocios de políticos realizados sobre el dolor y la enfermedad de ciudadanos mexicanos.
 
Muchos manifiestan su odio hacia el presidente porque de pronto no pudieron usar sus vehículos, no pudieron llevar a sus hijos a la escuela y no pudieron organizarse entre vecinos para paliar el problema.
 
Mientras que la gran masa trabajadora, la que utiliza el transporte público y otros tantos automovilistas, decidieron apoyar la medida y desean que el gobierno vaya hasta las últimas consecuencias.
 
Queda claro que los más privilegiados de esta desigual sociedad, preferirían que continuara el saqueo a la nación a cambio de continuar sin sobresaltos en su cómoda vida.
 
El robo de combustible es sólo la punta de un iceberg que supondría un enorme esfuerzo para sanear las empresas publicas, como la CFE, el IMSS, ISSSTE, las Comisiones de agua potable y todas aquellas susceptibles de ser manipuladas por la corrupción.
 
Los mexicanos queríamos que se terminaran estas viejas prácticas, la rueda y se echó a andar y debemos apoyar por el bien de todos y de la Nación.
 
 

 

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