Anahí Ruiz

A estas alturas, la mayoría de los mexicanos hemos visto a través de los medios de comunicación y redes sociales imágenes de la devastación causada por Otis, huracán categoría 5, que azotó Acapulco y otros municipios de la costa de Guerrero destruyendo todo a su paso.

Si bien la polémica por la falta de información oportuna ha sido uno de los temas más recurrentes, no se debe perder de vista que parte de la cultura de prevención en este tipo de desastres, radica en las acciones que se toman mucho antes de que se generen las amenazas –en este caso- hidrometeorológicas.

La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) dio a conocer que las aseguradoras que cuentan con pólizas por daños a la propiedad, comercio y autos en el estado de Guerrero ya se encuentran realizando el levantamiento de daños para determinar el costo que las aseguradoras tendrán que destinar para la reparación de los bienes de sus asegurados.

Sin embargo en un estado de la república en el que la educación ha presentado todo un reto, el panorama no es alentador, pues la educación financiera y la cultura de la protección, son asignaturas aún más pendientes. Según datos de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), hasta marzo de este año en Guerrero solo estaban registradas 7,128 pólizas de seguro ante fenómenos hidrometeorológicos, cantidad que no representa ni el 1% del total de pólizas con esta cobertura en el país, pese a la ubicación, importancia y valor turístico de las propiedades en dicho estado.

Resulta relevante que la población que habita en zonas de riesgo hidrometeorológico sepa que dependiendo de cada empresa. Un seguro residencial con cobertura ante riesgos hidrometeorológicos que te puede indemnizar por el contenido y valor de tu hogar (entre muchas otras cosas más) puede comenzar desde los $5000 pesos anuales y elevarse según el valor del interés asegurable.

Además de las pérdidas materiales, las pérdidas humanas que hasta el momento superan los 40 decesos, irreparables y cuyo valor es simplemente imposible de cuantificar, representarán un apuro económico para las familias que perdieron a alguno de sus sostenes económicos y no cuentan con respaldo financiero.

La cultura financiera no solo se trata de generar dinero. Tiene su esencia en la protección de lo más valioso para las familias: Su tranquilidad y estabilidad. Queda claro que instituciones públicas y aseguradoras enfrentan el reto de difundir con más fuerza la Cultura y Educación Financiera PARA TODOS. ¡Asegurarse y asegurar los bienes NO ES CARO! Lo caro es no hacerlo y necesitarlo.

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