Redacción

– VICAM, México (AP) — México se ha convertido en el lugar más mortífero del mundo para los activistas ambientales y defensores de la tierra, según un sondeo global dado a conocer el miércoles. En el norte del país, el pueblo indígena yaqui aún sigue de luto por el asesinato de Tomás Rojo, un líder defensor del agua encontrado muerto en junio de 2021.

El asesinato de defensores de la tierra indígenas a menudo evoca imágenes de activistas de la Amazonia asesinados en lo profundo de la selva, y Colombia y Brasil aún representan muchas de las muertes. Pero según un informe del grupo no gubernamental Global Witness, en México hubo 54 activistas asesinados en 2021, en comparación con 33 en Colombia y 26 en Brasil. El grupo registró la muerte de 200 activistas a nivel mundial en 2021.

Latinoamérica representó más de dos tercios de esos asesinatos, con frecuencia de las personas más valientes y respetadas en sus comunidades.

Ese fue el caso de Tómas Rojo, quien, según las autoridades, fue asesinado por una banda local de narcotraficantes que quería el dinero que los yaquis a veces ganan al cobrar peajes en retenes informales en las carreteras.

Entre 2010 —cuando las autoridades estatales construyeron un acueducto para desviar el agua de los yaquis para ser usada en Hermosillo, la capital estatal— y 2020, Rojo encabezó una serie de manifestaciones y actos de desobediencia civil, incluido un bloqueo intermitente de la principal carretera del estado, que se extendió por meses y ocasionó pérdidas millonarias para el comercio y la industria.

Las personas que conocían a Rojo no creen en la teoría del dinero de los peajes; dicen que fue asesinado por los poderosos intereses que se beneficiarían de los derechos de la tierra y el agua de los yaquis en el estado norteño de Sonora, que colinda con Arizona.

“Tomás demostró con capacidad que es un líder nato natural… como descendiente de guerreros”, dijo Fernando Jiménez, quien luchó junto a Rojo en un movimiento para defender el agua de la tribu después de que el gobierno construyera una represa en 2010 para desviar el agua de los yaquis hacia Hermosillo.

El cuerpo de Rojo fue encontrado parcialmente enterrado cerca de Vicam, casi tres semanas después de que desapareció. Inicialmente fue identificado por un pañuelo rojo que llevaba puesto cuando salió de su casa.

Rojo era descendiente de Tetabiate, un líder yaqui asesinado en 1901 en una batalla con el gobierno, el cual deportó a los yaquis sobrevivientes para trabajar en condiciones de esclavitud en las plantaciones de henequén en el lejano estado de Yucatán. La última batalla contra los yaquis se libró en 1927, e incluyó el uso de aviones por parte del gobierno contra combatientes armados básicamente con arcos y flechas.

En 2014, las autoridades del estado de Sonora intentaron arrestar a Rojo y a Jiménez por lo que líderes yaquis consideran cargos falsos de secuestro —que después fueron desestimados—. Rojo evitó la captura y huyó a la Ciudad de México, pero Jiménez fue encarcelado en Hermosillo. Los dos mantuvieron el movimiento vivo al hablar en idioma yaqui en llamadas telefónicas de la prisión.

“Yo allí dentro del penal era obligado hablar el español”, recuerda Jiménez. “No querían que hablara mi lengua porque ellos querían saber… qué comentaba y querían saber con quién me comunicaba”.

Los yaquis son los propietarios legales de al menos la mitad del agua de la cuenca del río que lleva su nombre, y que han defendido durante casi cinco siglos de masacres y exterminio. Pero gran parte de su agua ha sido desviada para alimentar industrias y proyectos para plantar viñedos y aguacates en el desierto.

Fuente: Sin Embargo

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