Machu Pichu, Perú – Una treintena de turistas, entre ellos diez italianos y cinco mexicanos, sufrieron fracturas y fuertes golpes luego de que el autobús en el que viajaban se saliera de la carretera.
Una treintena de turistas, entre ellos diez italianos y cinco mexicanos, sufrieron fracturas y fuertes golpes luego de que el autobús en el que viajaban se saliera de la carretera a su regreso de la ciudadela inca de Machu Picchu, en el sur de Perú, informó la policía.
El accidente se produjo cuando el conductor perdió el control del vehículo mientras descendía por la zigzagueante ruta que comunica el sitio arqueológico con el pueblo vecino de Aguas Calientes, cayendo unos 15 metros por una pendiente.
«Tenemos 30 turistas heridos tras el accidente en Machu Picchu, ya todos fueron trasladados» a la ciudad de Cusco, capital del departamento, dijo un oficial policial.
Los heridos fueron auxiliados por la policía y pobladores locales, que los llevaron primero al centro de salud del pueblo Machu Picchu/Aguas Calientes.
Los más afectados por el accidente son un grupo de al menos 20 turistas, que incluye a ciudadanos mexicanos, italianos, chilenos y guatemaltecos, quienes fueron hospitalizados con múltiples fracturas.
El resto sufrió contusiones en diversas partes del cuerpo. Tres asiáticos -dos japoneses y un chino- se encuentran entre ellos.
Diversos videos de lugareños difundidos en las redes sociales mostraron la posición en la que quedó el vehículo accidentado.
La empresa de transportes propietaria, Conssetur, informó que el autobús «sufrió un accidente de tránsito-despiste» cuando retornaba de Machu Picchu, según un comunicado publicado en redes sociales.
La policía ha iniciado las investigaciones para determinar la causa, agregó la compañía. Machu Picchu recibe en promedio unos 4,500 visitantes por día.
Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1983, esa ciudadela, ubicada a 130 kilómetros de Cusco y a 2,438 metros de altura, fue construida en el siglo XV por orden del emperador inca Pachacútec (1438-1470).
Fuente: EL ECONOMISTA