Román Culebro Martínez

– De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Servicios Financieros (CONDUSEF), las reclamaciones por fraude cibernético aumentaron en el 2018 un 26% respecto al año anterior.

Los mismos datos de la CONDUSEF muestran que en nuestro país cada hora se cometen 463 delitos de esta naturaleza en operaciones por comercio electrónico y banca móvil.

Las cifras mostradas no dejan lugar a dudas que este tipo de fraude –el cibernético- ha sustituido en importancia al fraude tradicional.
Recordemos que, anteriormente, el fraude con tarjetas era un delito básicamente cometido por delincuentes que robaban físicamente los plásticos.

Sin embargo, ahora, la tendencia es hacia el fraude financiero por medio de técnicas sofisticadas que emplean tecnología.

La clonación, el robo de identidad o phishing y el carding son los ejemplos más claros de estos ciberfraudes.

En la clonación por banda magnética, los delincuentes extraen los datos de la tarjeta para hacer compras por Internet, ya que solo necesitan los 16 dígitos de la tarjeta, la fecha de vencimiento y el código de seguridad.

En el phishing los datos personales y bancarios son captados por medio de Internet, usualmente por correos falsos que tienen hasta el logo oficial de un banco.

Mientras que en el carding, los delincuentes, una vez que han accedido al número de tarjeta, generan de manera aleatoria con ayuda de un software, la fecha de expiración y el código de seguridad de la tarjeta. Con esto hacen compras pequeñas para que el usuario no se dé cuenta.

El problema de los ciberfraudes financieros sin duda aumentará en el corto y mediano plazo, debido al incremento del uso de Internet y los smartphones en las operaciones comerciales y financieras.

Es por ello que aconsejamos seguir las siguientes recomendaciones a nuestros lectores:
Primero, revisemos siempre los estados de cuenta de nuestra tarjeta.
De esta manera podemos detectar el robo de identidad, al notar compras, contrataciones o retiros que no hicimos.

Segundo, tengamos mucho cuidado al brindar nuestros datos en Internet.
No demos siempre por sentado que la persona que se encuentra al otro lado de la red es la persona que dice ser, pues muchas cuentas son robadas diariamente.

Tercero, verifiquemos la seriedad de los sitios de Internet donde realicemos compras, y antes de bajar una aplicación de pago para celular, chequemos que no se trate de una app falsa.

Cuarto, no aceptemos asesorías de extraños para activar servicios de banca por Internet o banca móvil ni tampoco proporcionemos información personal o de nuestra tarjeta por medio del correo electrónico, por mensajería, por Whatsapp o por redes sociales, incluso aunque aparentemente nos lo pida nuestro banco.

Y, finalmente, cambiemos periódicamente las contraseñas de nuestras cuentas en Internet, y destruyamos las tarjetas vencidas, los estados de cuenta, los vouchers y cualquier documento que tenga información personal antes de tirarlos.

Cuidándonos del fraude cibernético, nos evitaremos no solo dolores de cabeza sino pérdidas cuantiosas en tiempo y dinero.

Fuente: Coatza Digital 

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