María Elvira Santamaría Hernández

-Durante los últimos seis meses han muerto mil personas asesinadas en Veracruz, 120 de ellas fueron mujeres. Además han ocurrido 230 secuestros en la entidad.

¿Qué les parecen estas cifras? En realidad la pregunta es retórica porque no pueden resultar menos que escalofriantes. Y a ellas habría que agregar los crimenes y secuestros de esta semana que ya no alcanzaron a entrar en los datos proporcionados apenas el martes pasado por el periodista Rodrigo Barranco, del Portal La Silla Rota.

¿Qué nos reflejan estos datos más allá de la evidente descomposición social y del hecho de que -dígase lo que se diga-, no se ha logrado reducir la violencia en que vivimos los veracruzanos?

Reflejan que hemos carecido absolutamente de autoridades eficaces en la prevención y combate de la delincuencia. Que los anuncios de nuevas estrategias y mayores fuerzas policiacas por parte del gobernador Cuitláhuac García han sido tan inútiles como lo fueron los de los gobernadores que le antecedieron y que el conflicto que desde el arranque de su administración ha mantenido contra el fiscal general del estado Jorge Winckler, ha dificultado aún más la posibilidad de derrotar a la delincuencia.

Cuánta irresponsabilidad ha habido por parte del Secretario de Gobierno Erick Cisneros y por parte del propio Ejecutivo estatal, al enfrascarse en pleitos con el Fiscal, alegando mil y una acusaciones, cuando es obvio que simple y llanamente Cuitláhuac García no acepta tener en ese cargo a alguien heredado del anterior gobernador.

El perjuicio se extiende porque las divisiones que se dan en la cúpula estatal se manifiestan hacia abajo; y teniendo dislocados a la Secretaria de Seguridad Pública y a los fiscales ministeriales, es impensable que avancen las cosas en seguridad. Si de por sí no hay recursos económicos suficientes en las corporaciones y aparte no hay coordinación sino el propósito de meterse la zancadilla mutuamente, pues estamos fritos.

Ahora, a raíz de la reunión sostenida el pasado martes en Ixtaczoquitlán a la que asistieron los alcaldes de Orizaba, Cd. Mendoza y Río Blanco, al menos de dientes para afuera, el gobernador y el Fiscal General mostraron un primer acercamiento, una especie de reconciliación.

Ojalá fuera de verdad, porque los veracruzanos estamos hartos de tanta inseguridad, de encabezar las estadísticas nacionales de secuestro; estamos hartos de sus pleitos y queremos que se ocupen del estado y dejen sus querellas políticas, pues al final de cuentas, ninguno de los dos, ni García Jiménez ni Winkler Ortiz, estarán a salvo del juicio de la ciudadanía y hasta ahorita, su calificación es de reprobados.

Fuente: Coatza Digital

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