Veracruz.- Este fin de semana estuvo en Campeche y Yucatán el presidente Andrés Manuel López Obrador para supervisar el avance del Tren Maya. Ya son 14 semanas de supervisión presidencial de esta obra histórica que pronto veremos hecha realidad.

Y hace un par de semanas, también, surgió una noticia a la que -me dio la impresión- no se le hizo mucha alharaca, pero que considero que es muy importante. Inició en Coatzacoalcos la construcción de la estación de pasajeros del Ferrocarril Interoceánico, que, a su vez, estará conectado con el Tren Maya.

Empezó con la aparente modestia con la que se han puesto en marcha todas las grandes obras del mundo. Demolieron unos viejos almacenes y limpiaron el terreno, que es la fase previa –me imagino- para que topógrafos puedan hacer mediciones necesarias para la cimentación del nuevo edificio. Seguramente en los próximos meses veremos cómo cobra forma entre el trajín de trabajadores que se benefician con la generación de empleos.

Por noticias como éstas, me queda claro que estamos viviendo un momento histórico muy importante en la construcción de este país.

El siglo pasado, otro Presidente, el enorme Lázaro Cárdenas del Río, identificó la necesidad de conectar a Coatzacoalcos con la península de Yucatán mediante un ferrocarril. La obra impulsada por Lázaro Cárdenas, cruzando ríos y selvas, tardó 20 años en concluirse y se inauguró en Allende, hace 73 años, cuando Cárdenas ya no era Presidente.

Allende es la parte de Coatzacoalcos que está al otro lado del río. La estación se hizo ahí porque en esa época no había puente para que los trenes cruzaran el río y se llevaban con un trasbordador de una orilla a otra.

Casi tres cuartos de siglo después, gracias a López Obrador, una persona podrá subirse a un tren de pasajeros y viajar desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Cancún, Quinta Roo.

El presidente López Obrador, compartiendo visión con Lázaro Cárdenas, está recuperando a los ferrocarriles mexicanos como una industria pública y al servicio de la gente. Los trenes que un priista neoliberal, Ernesto Zedillo, malvendió a sus amigos.

Alguna vez les platiqué de la película Viento Negro, con David Reynoso, que relata la historia de cuando el presidente Lázaro Cárdenas mandó a construir el ferrocarril que cruzó el desierto de Sonora para comunicar a Baja California y evitar que los gringos se la apropiaran.

Hasta donde yo sé, el tren de Coatzacoalcos a la península de Yucatán no tiene película, pero sí merece ser recordado por todas y todos nosotros como un testimonio de un Presidente nacionalista y con espíritu de servicio al pueblo. Una visión que hoy sirve de inspiración a López Obrador. Por eso es un orgullo estar con el Presidente y vivir esta gloriosa época de México.

Y ahorita que está de moda Barbie, el fin de semana me puse en modo Ken para hacer ejercicio. Anímense y demostremos que los estereotipos nos hacen los mandados. De que les digan, como a mí, que se parecen a Ryan Gosling no pasa.

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