Emiliano González

– México.- El covid-19 llegó para quedarse. Con esto en mente, desde el año pasado el gobierno de México emprendió la tarea de desarrollar una vacuna nacional contra el virus SARS-CoV-2, basada en una investigación realizada por la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos, de la que México tiene una licencia de uso exclusivo.

Esta vacuna, llamada Patria, reúne los esfuerzos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid) y la Secretaría de Relaciones Exteriores; contó con un presupuesto inicial de 150 millones de pesos (mdp), según informó en su oportunidad el canciller Marcelo Ebrard, y se dice que tuvo resultados “extraordinarios” en su primera fase de ensayos.

En abril pasado, María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, dio a conocer el calendario de ensayos clínicos de Patria. En ese momento, la institución esperaba llevar a cabo la fase uno de las pruebas en los meses de abril y mayo; la fase dos entre junio y julio, y la tercera y última etapa entre agosto y octubre, para contar con la aprobación para su uso de emergencia por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) a finales de 2021.

Asimismo, la titular del Conacyt aseguró que la vacuna Patria permitiría “un ahorro de 855%” para las autoridades sanitarias, pues el costo de producirla se calculó en 55 pesos por dosis, contra los 525 pesos que en promedio paga el gobierno por traer el biológico extranjero más caro.

Pero el desarrollo de Patria tiene un retraso y apenas este septiembre se anunciará el comienzo de la segunda fase de ensayos clínicos, lo que aleja la posibilidad de que el proceso concluya antes del 2022.

“Es un hecho que no la tendremos en 2021”, dice Édgar Pérez, infectólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Por muy cercano que esto parezca, o la velocidad que se le dé, creo que será hasta el segundo semestre de 2022 cuando tendremos resultados de la fase tres y con esto someter la vacuna a una aprobación de emergencia” ante la Cofepris.

“Estamos hablando de casi un año, o mínimo entre seis y ocho meses” antes de la autorización del biológico, agrega el especialista de la UNAM.

Por su parte, un investigador del Conacyt cercano al desarrollo de la vacuna, que pidió omitir su nombre, también descarta que el biológico mexicano pueda estar listo este 2021, aunque es más optimista respecto al avance del proceso y dice que “es muy probable que la aprobación se alcance en el primer trimestre de 2022”.

El investigador asegura que, a pesar del retraso en el desarrollo de la vacuna, “los resultados de la fase uno han sido extraordinarios. Alientan a pensar que la fase dos (con un grupo de control más amplio) será igual de exitosa”.

El segundo escalón para el desarrollo de nuevas vacunas incluye a entre 200 y 500 voluntarios, dice Édgar Pérez de la UNAM, y el principal aspecto que se monitorea es la seguridad, así como su eficacia, capacidad de desarrollar anticuerpos y respuesta a diferentes dosis.

Por último se realizan las pruebas de fase tres, que son las más tardadas porque requieren miles de voluntarios y evalúan el efecto de las vacunas contra placebo.

Todo biológico nuevo debe aprobar en cada uno de estos rubros para que se autorice su uso de emergencia, dice el infectólogo de la UNAM.

FALTAN RECURSOS

“La principal razón para el atraso tiene que ver con el componente económico”, dice el investigador del Conacyt. “Lamentablemente hay un déficit presupuestario importante, que nos impide avanzar con la celeridad que quisiéramos”, agrega.

El Paquete Económico 2022, que la Secretaría de Hacienda presentó hace un par de semanas en el Congreso, contempla un gasto público de 28,600 mdp dentro del ramo de salud “para la adquisición de vacunas e insumos asociados al proceso de inmunización de la población”.

En contraparte, hace algunos meses el gobierno dijo que se habían invertido 150 mdp en el desarrollo de Patria: 135 mdp procedentes del Conacyt y el resto de la alianza entre la Amexcid y la Cancillería. Estos fondos son insuficientes para las siguientes fases de desarrollo de la vacuna, dice el investigador de la Conacyt.

Fuente: Milenio

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